EL OLVIDO
- Psicologia en Color

- 3 ago
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El olvido como mecanismo de interrupción de la experiencia
El olvido es un acto que va ligado a la experiencia de algo negativo, bien sea una situación traumática, una situación dañina o cuando queremos olvidar a alguien porque nos ha dañado. Usamos el olvido para borrar el dolor que estamos viviendo.
El olvido es un recurso útil que nuestra mente a aprendido para poder sobrevivir a una situación determinada.
Pero, ¿qué estamos haciendo realmente cuando queremos olvidar?
En muchos momentos usamos esta herramienta para evitar/escapar de la situación que estamos o hemos vivido. El olvido nos impide conectar con el dolor que estamos sintiendo y lo que hacemos usando esta herramienta es reprimir ciertas emociones que nos son molestas y/o desagradables.
¿Cuántas veces queremos hacer borrón y cuenta nueva? ¿Cuántas veces queremos olvidar y hacemos cómo que no hemos vivido lo que si hemos vivido? Pero lo cierto es que lo que lo que hemos vivido ya está vivido y por mucho que queramos olvidar, esto no es posible porque la experiencia ya se queda registrada dentro de nosotros. Cuando queremos olvidar lo que realmente queremos es dejar de sentir aquello que estamos sintiendo.
Con el olvido intentamos evitar entrar en contacto con el dolor, no nos hacemos cargo de el, intentamos expulsarlo de dentro de nosotros. Nos peleamos con el y al final hay una batalla, a veces inconsciente, dentro de nosotros.
Hay más recursos, a parte del olvido, para trabajar con las emociones que estamos experimentando. Nuestra meta es hacer desaparecer el dolor, que cese su incomodidad dentro de nosotros. Para ello tendremos que ponernos frente al dolor, escucharlo y ver de que está hecho, la “única manera de superar el dolor es atravesar lo”. ¿Cuántas veces hemos evitado llorar ante una situación de impotencia y esa impotencia ha ido haciéndose grande y la hemos llegado a generalizar ante cualquier hecho de nuestra vida? Y ¿cuántas veces una vez hemos llorado esa impotencia nos hemos sentido mejores con nosotros mismos y nos hemos sentido menos pesados y más libres?
Con el dolor ocurre lo mismo. Si todos los esfuerzos que hacemos para olvidar lo los ponemos a escucharlo y a trabajar con el, nos podremos liberar de el. Podremos transformar y reelaborar la experiencia, integrarla de una forma más comprensiva y aprender de la experiencia. Podremos crecer junto a la experiencia negativa y ser más completos.
¿Qué herramientas tenemos para trabajar el dolor?
Ver como ha llegado este dolor a nosotros, ver de que está hecho, cómo se ha formado, que es lo que realmente lo ha provocado, ¿cuál es su raíz? ¿Viene de una herida de la infancia? ¿de las expectativas que teníamos hacía los demás y no han sido cumplidas? ¿de habernos sentido atacados y/o amenazados por nuestro entorno?
Tenemos que responsabilizarnos de él y ver que parte de nosotros lo ha provocado, que parte de nosotros ha permitido ese dolor y qué parte corresponde a los demás. Cuando tomamos consciencia de todos los aspectos de la situación podremos trabajar para solucionarlo y que esta situación pueda dejar de repetirse a lo largo de nuestra vida.
Trabajarlo con otras personas que han pasado por los mismos procesos, apoyarnos con los demás para que nos ayuden a ver aquello que nosotros no logramos ver, que nos ayuden a poner soluciones allí donde sólo hay dolor. Compartirlo nos beneficia y hace más posible este trabajo. Si nos encerramos con nosotros mismos es más difícil superarlo. Los apoyos en los momentos más críticos son indispensables para mejorar.
“La única forma de superar el dolor es atraversarlo”








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